Tres grandes arcos con más de 800 años de antigüedad dan la bienvenida a esta soleada estancia de 28 m2 y vistas al patio interior del hotel. Por ellos se accedía desde el adarve a la torre árabe y sobre sus paramentos quedó grabada, sutilmente, una cruz de los cruzados como testimonio de la reconquista cristiana de Valencia. Tras la rehabilitación, el juego de espejo y madera concede continuidad a los propios arcos y hace de ésta una de las habitaciones más especiales del hotel.
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